Libro: “Los Miserables” por Víctor Hugo (1862) | Parte 1: La Miseria

Debo admitir que a lo largo de la lectura tuve esta canción pegada en la cabeza:

Sin duda es una nueva forma de experimentar las grandes obras, mezclándose sus distintas versiones en nuestro imaginario.

Pero hay algo que no podemos olvidar: las ideas de Víctor Hugo no se pueden sintetizar en un musical o una película de dos horas. Por ejemplo, creo que la figura de Thénardier es banalizada en esas versiones cuando en realidad es crucial para el argumento del autor.

El proyecto en que nos embarcamos, va mucho más allá de los estereotipos que tenemos de la miseria: el rico malo y el pobre bueno, el rico trabajador y el pobre flojo, el rico victimario y el pobre víctima, el capitalismo salvaje y el comunismo dictatorial.

Víctor Hugo va mucho más allá de pensamientos primarios, basándose en eventos reales para exponernos el “efecto mariposa” de injusticias que pueden parecer pequeñas pero cuyas repercusiones son catastróficas en la vida de una persona y, por consiguiente, de la sociedad en general.

Con moderación e inteligencia, nos expone las injusticias acarreadas por leyes sin razón, por una sociedad cuyas costumbres son las de marginar en vez de integrar, retroceder en vez de progresar.

¿Y qué es el progreso? ¿Una utopía? No. Mejorar. ¿Pero mejorar cómo? ¿Mejorar en base a qué?

Ese es el libro.

Los Miserables pasó a mi lista de “favoritos”, no porque esté de acuerdo con todo lo que dice Víctor Hugo. Es imposible que leamos a un autor y coincidamos en todo. No se trata de eso. Se trata de que la lectura te obliga a evolucionar y eso es lo que hace un buen libro.

Quien lea esta obra y sienta que nada cambió, no es más que un Javert…

Personajes comentados a continuación:

  • Fantine
  • Jean Valjean
  • Cosette y Éponine
  • Los Thénardier
  • Montparnasse
  • Javert

Fantine

Durante la historia, pensé mucho en el concepto de “muerte civil” porque abandonar y marginar en vez de perdonar y reformar pueden significar formas de muerte civil que convierten al Estado en una gran fosa común.

Para ejemplificarlo, pensemos en la tragedia de Fantine.

Sus orígenes oscuros surgen de la sombra social. ¿Quiénes eran sus padres? ¿Dónde estaba su familia? Nadie lo sabe. ¿Por qué se llamaba Fantine? Porque fue el nombre que le dio el primer transeúnte que la vio de niña caminando descalza por la calle. Uno de sus grandes errores surge de uno de los sentimientos más humanos que puede haber: el amor. Joven y pobre, se enamora de un estudiante adinerado quien la deja joven, pobre y embarazada.

Como madre soltera, dedica el resto de su vida en trabajar para sostener a su hija, Cosette. Su temor es que no pudiera dedicarle el tiempo ni brindarle los cuidados necesarios para que la niña pudiera crecer cómoda y feliz. Por eso prefiere que viva con los Thénardier, dueños de una posada, al mismo tiempo que ella envía el dinero para su manutención y la visita cada vez que puede.

Nadie puede negarle el esfuerzo. Nadie puede negarle el trabajo, la dedicación. Y, sin embargo, la sociedad la persigue.

¿Por qué?

Por tener a una niña sin cuidarla personalmente.

Los rumores, en su sagrada y absurda moralidad, la destruyen. ¿Madre soltera? La única explicación posible para las lenguas venenosas es que era una especie de “mujerzuela”.

Es así como Fantine es juzgada y sentenciada por una mujer religiosa quien se creía “virtuosa” y “honrada”. Esto ocurre, no en base a un procedimiento legal ni a pruebas fácticas, sino en base a supersticiones y caprichos. Por alguna razón, la reputación de esta señora le permitía controlar la verdad, así como los destinos de las demás personas. Por culpa de ella, el pueblo abandona a Fantine. ¿La sociedad alguna vez siente remordimiento? Al contrario: se felicita por excomulgar a esta miserable, a esta “mujerzuela”.

Fantine, sin embargo, piensa en su Cosette y no se rinde: vende su cabello, sus dientes, y eventualmente todo su cuerpo. Se prostituye, pasa hambre y trabajo, pero nunca deja de enviar dinero a los cuidadores de su hija.

Pero Fantine, sola, nunca logra redimirse porque nunca tiene la fuerza ni la astucia para ir en contra de la sociedad entera.

Al morir, tiran sus restos en una fosa común, metáfora de su miseria:

“… enterrada en este rincón gratuito del cementerio, que es de todos y no es de nadie y donde se pierde a los pobres… Se depositó a Fantine en las tinieblas entre los primeros huesos encontrados; sufrió la promiscuidad de las cenizas. La arrojaron a la fosa pública. Su tumba fue semejante a su lecho” (Hugo, 2006, Vol. I: 338).

Jean Valjean

En mi opinión, uno de los mejores personajes de todos los tiempos.

Jean Valjean representa, no sólo la superación individual sino la evolución de la sociedad entera.

¿De qué manera?

Jean Valjean viene de una familia de aldeanos pobres y trabajadores. De niño perdió a sus padres y quedó bajo los cuidados de su hermana mayor, quien tenía siete hijos. Ni siquiera pudo aprender a leer y, sin embargo, eventualmente debe asumir la responsabilidad de sostener a toda la familia con el sueldo de un podador.

Un invierno muy duro, se les acabó el pan.

El hambre conllevó a la desesperación, la desesperación a la supervivencia y la supervivencia al error: Jean Valjean se robó un pan.

Crimen imperdonable: Valjean era un ladrón y tenía que pagar. No importó su pasado, su analfabetismo, su difícil juventud, las pocas oportunidades, el precario sueldo, la numerosa familia, el invierno implacable. Nada de eso tenía que ver con el caso: Jean Valjean cometió un crimen y los crímenes se pagan con sangre, sudor y lágrimas.

De tal manera, fue condenado a las galeras.

De ser un humilde podador, Jean Valjean pasó 19 años pudriéndose en una cárcel. Perdió su vida por un trozo de pan y por intentar escapar del infierno al que se somete a un reo.

¿Qué puede salir de una cárcel sino un miserable? ¿Cuál es el fin? ¿El miedo? ¿El sufrimiento? Entras con miedo y sales impasible. ¿A qué le puede temer alguien que emerge de las tinieblas y nunca encuentra la luz?

Jean Valjean se juzgó a sí mismo: sabía que había cometido un error, entendía que el robo no era la manera de salir de la miseria sino de entrar a la infamia. Pero tampoco entendía por qué una persona trabajadora carecía de pan. Él nunca dejó de proveerle a su familia y, sin embargo, todo le faltó. ¿Por qué siempre se juzga el crimen del individuo contra la sociedad y nunca el crimen de la sociedad contra el individuo? Lo habían liberado, sí, pero la mancha del presidio lo perseguía. Salió de la cárcel, pero no de la condena. ¿Cómo encontrar trabajo? ¿Cómo obtener un salario justo? De sufrimiento en sufrimiento llegó a la conclusión de que la vida es una guerra y que él era el vencido. Para ganar, tenía su odio. Luego de 19 años en las galeras, el humilde podador se convirtió en un hombre verdaderamente peligroso.

Jean Valjean volvió a robar. Esta vez se llevó las piezas de plata de un obispo. Pero algo diferente ocurrió: el obispo, no sólo lo perdonó, sino que también le regaló las piezas de plata, bajo la condición de que cambiara su rumbo y se convirtiera en un hombre honrado.

¿Era eso posible?

La costumbre le dijo que no: Jean Valjean volvió a robar, ahora a un niño llamado Petit Gervais. Claramente, 19 años de presidio no se salen del cuerpo tan fácilmente. En seguida, el hombre se arrepintió y buscó al niño pero no lo consiguió. Recordó al obispo y, por primera vez en mucho tiempo, lloró.

En su tristeza, entendió: “me dieron una segunda oportunidad”. Alguien confió en que, con las capacidades adecuadas, el presidiario podía mejorar su condición.

¿Qué hizo Jean Valjean con las piezas de plata?

Primero, ocultó su identidad. Ya no era Jean Valjean, ese hombre fue asesinado por la sociedad. De ahora en adelante, tendría una identidad fugitiva.

Luego, se las ingenió, innovó y emprendió una compañía de coladeros de chapa soldada. Los cambios que le trajo a la industria redujeron el precio de la materia prima, permitiendo elevar el precio de la mano de obra y mejorar la fabricación, trayendo beneficios para la región de Montreuil-sur-Mer, para los compradores. y para el fabricante quien triplicaba la ganancia.

Se hizo rico, lo cual Víctor Hugo nos dice está bien, y también enriqueció a aquellos a su alrededor, lo cual está mejor.

Con orden, pensamiento, trabajo, y honradez, Valjean prácticamente funda un pueblo. Lo más importante es que no sólo avanza su interés personal sino que también ayuda a los demás, en especial a los más pobres, gastando mucho en ellos para ayudarlos a prosperar. Su motivación es la ayuda que nunca recibió antes de la prisión y, a su vez, la ayuda que recibió al salir de prisión cuando alguien lo perdonó y le dio una segunda oportunidad.

Vemos pues, que Jean Valjean logra superar la miseria moral y la material de dos maneras: con un sentido de responsabilidad individual y otro de responsabilidad colectiva.

Es interesante, sin embargo, que en su propio pueblo, Jean Valjean nunca pudo ayudar a Fantine. Los malos vicios engendrados por ciertos líderes de la comunidad, lo alejaron de esa posibilidad. Cuando se dio cuenta, ya era demasiado tarde y Fantine muere sin poder redimirse. Es por eso que el hombre le hace una promesa: cuidar a Cosette.

Es ahí cuando la historia entra en una nueva etapa: la vida de Jean Valjean consistirá en dejarle algo mejor a la siguiente generación. Él supera la miseria, no sólo porque obtuvo ciertos bienes materiales, sino también porque cría, educa y le hereda un futuro mejor a su familia, reencarnada en Cosette y Marius.

Cosette y Éponine

La niña que pudo ser una esclava o una miserable como su madre, Fantine, pero fue rescatada de la orfandad por Jean Valjean, como figura del padre-individuo, y del ciudadano-sociedad, quien se niega a abandonar a sus niños.

La vida de Cosette es comparable con la de Éponine, la consentida hija de los Thénardier. Donde la primera fue criada por un hombre honrado como Jean Valjean, la segunda fue criada por unos bandidos.

Digo esto porque los hijos Thénardier, como Gavroche, deambulan por las calles como niños abandonados, mientras que Cosette tuvo la figura de un padre en Jean Valjean quien sí se dedicó en dejarle algo mejor.

En cuanto a Éponine, quizá se pueda decir que muere como una mártir, pero yo creo que muere perdida en la vida, sin tener mayores objetivos más allá de un amor que nunca fue.

Sí, es cierto, al analizar a Éponine con nuestros anteojos modernos, vemos una heroína mucho más valiente que Cosette. Pero yo creo que no podemos separar a estos personajes del hilo que gira alrededor de la miseria y la superación de la misma representada por Jean Valjean.

¿Alguien cree que Thénardier hubiese caminado por las alcantarillas para salvar a Marius y dejarle un esposo a Éponine? ¡No! Thénardier camina por las alcantarillas, desconociendo el destino de Éponine y pensando cúal sería su próximo crimen.

La diferencia entre Cosette y Éponine está en el compromiso de sus padres.

Los Thénardier

Representantes de la miseria moral, pseudo-intelectuales, hombres llenos de odio quienes no ven un escape de la miseria más allá de su egoísta interés personal. Descritos como una familia entre la clase media y baja, quienes tienen todos los vicios de la primera y los defectos de la segunda, deshonestos y desorganizados.

Eran burgueses, como Víctor Hugo define a la burguesía: no es una clase social específica sino que son personas egoístas quienes no pueden ir más allá de su interés personal, es decir, tengo derecho a tomar lo que quiera, poseerlo, robarlo, explotarlo, importándome un bledo los demás. Es la miseria moral conceptualizada.

Como dije antes, los Thénardier son muy importantes en la historia porque se comparan con Jean Valjean.

Entendamos algo: Jean Valjean estuvo a punto de ser un Thénardier. Recordemos al hombre peligroso que surgió de la prisión y quien cambió su rumbo gracias al perdón de un obispo.

Los Thénardier también sufrieron y se sintieron atacados por la sociedad.

¿Pero acaso reciben la misma oportunidad que consiguió Jean Valjean?

Sí.

La más memorable llega al final de la historia, cuando Marius condena al señor Thénardier por bribón, pero lo perdona y le da dinero, pidiéndole que cambie y se vuelva un hombre honrado.

Pero Thénardier nunca cambia.

Por eso estos personajes son tan importantes en la épica de Víctor Hugo: nos recuerdan que el individuo también debe tomar partido para poder emanciparse.

Montparnasse

Jean Valjean le da un sermón a este ladrón que ejemplifica su postura:

“Hijo mío, entras por pereza en la más laboriosa de las existencias. ¡Ah, te declaras holgazán!, pues prepárate a trabajar… ¿Eres perezoso?, no descansarás… Ganar tu vida, tener una tarea, cumplir con tu deber, ¿no quieres eso?, ¿te fastidia ser como los demás? ¡Pues bien, serás distinto! El trabajo es la ley; quien lo efectúa fastidiado, lo tiene por suplicio: no quieres ser obrero, serás esclavo. El trabajo sólo nos deja por un lado para cogernos por otro… La pereza, el placer, ¡qué precipicios! No hacer nada es tomar un partido muy lúgubre… ¡Ser inútil, es decir, ser perjudicial! Eso conduce directamente al fondo de la miseria… la holgazanería te aconseja mal; el trabajo más rudo es el robo. Créeme, no emprendas esa terrible tarea de ser un perezoso. Volverse ratero no resulta cómodo. Menos malo es ser hombre honrado” (Hugo, 2006, Vol. II: 392-394).

¡Créele Montparnasse! ¡Pasó 19 años en las galeras! Jean Valjean te dio una oportunidad, ¿qué vas a hacer? ¿Prosperar y elevar a todos a tu alrededor o sumergirte a ti y al resto de la sociedad en la miseria?

Javert

¿Por qué se suicida Javert?

Toda su vida odió los vicios de la sociedad y juró estar fuera de ella. No hay nada redimible en la maldad del hombre: el castigo es el único camino correcto.

Sus propios padres fueron criminales y charlatanes. Por eso su rectitud se basaba en una simple creencia: o atacas a la sociedad o la proteges.

En ese sentido, Javert es una especie de Hobbes o Rousseau. Al Estado hay que defenderlo de los vicios. Su fanatismo es ver, vigilar, proteger lo sagrado: la justicia, la ley. Era implacable con el deber, era la policía de los espartanos.

Si sus prejuicios eran ciertos, Jean Valjean, el ladrón, el bribón, era un parásito al que había que castigar. Y, sin embargo, Jean Valjean le perdona la vida en medio de una rebelión.

¿Por qué?

Jean Valjean rompió todos sus estereotipos y rompió sus estereotipos porque lo obligó a pensar, al pensar, reflexionó y al reflexionar, se dio cuenta que las narrativas que se había creado en su mente eran insostenibles.

Pensar entonces es el equivalente a la blasfemia, pues debes cuestionar todas tus sagradas opiniones.

¿Se puede respetar a un presidiario? ¿Es eso aceptable? ¿Es honrado entregar a las autoridades a quien le perdonó la vida? ¿Es honrado no entregar a las autoridades a un ladrón?

El mayor problema para Javert era encontrarse con alguien que podía ser una mezcla de cosas buenas y malas… es decir…  una especie de ser humano en vez de un dios… alguien quien podía ser imperfecto y a la vez respetable… alguien quien cometía errores pero hacía un gran bien para la humanidad… ¿cuál era la cualidad realmente reprochable de Jean Valjean?

Era un ladrón y tenía que pagar.

¿Pero todo esto por un pedazo de pan?

Lo que se derrumbó en Javert fue el sistema que tenía en su cabeza: si a veces podemos perdonar y reformar a alguien y esa persona puede, no sólo superarse a sí mismo, sino a la sociedad entera, entonces la justicia como castigo es insuficiente.

El suicidio de Javert es el suicidio de su pensamiento.

Su muerte, a mi modo de ver, manifiesta dos metáforas:

  1. Aquellas personas quienes no pueden aceptar la realidad y se someten al suicidio moral.
  2. Aquel pensamiento que, a través de la razón, evoluciona, dejando atrás los preconceptos y sistemas inútiles, para mejorar y hacer prosperar a toda la sociedad.

Como dije al principio de este post: quien lea Los Miserables y no cambie, no es más que un Javert.

Leer también:

Referencias:

Hugo, V. (2006). Los Miserables. Vol: I, II, III. Caracas: Editorial el perro y la rana.

6 Comments

  1. Felicitaciones por esta entrada, realmente muy buena. Casualmente, yo terminé de leer Los miserables hace unos días, un libro maravilloso sin duda alguna. Me gusta mucho esto que escribiste: «Se trata de que la lectura te obliga a evolucionar y eso es lo que hace un buen libro», pues eso es lo que hace este libro. A mí manera también haré promoción y homenaje a esta obra, siento que se lo merece y que es bueno leer, ¡pero no cualquier cosa!, sino los libros buenos. Saludos (!)

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